26 de febrero de 2008

NO TE LLAMARÁ POR LA MAÑANA



Calor. Mucho calor afuera.
Calor. Mucho calor adentro. Adentro del pecho... bajo la piel... en las manos que transpiran después de pensar uno dos tres minutos. Mil.
En vos.

Pensar. Nada cuesta pensar.
Soñar. Tampoco nada cuesta soñar.
Pero además es lindo.
Pero además es dulce.
Pero además emocionante.
Soñar.

Hay toda clase de sueños.
Los que terminan bien y los que terminan mal. Pero todos terminan. Todos.
Al fin, y solo al fin, te das cuenta que eso es lo que menos importa.
Porque recién cuando te refregás los ojos... cuando bajás pesados los párpados que frenan apenás ese sol que insiste en despavilarte... recién ahí, caés en la cuenta.

En la cuenta de que cada noche asistís a ellos con la engañosa esperanza de que duren para siempre.
Los mismos que por la mañana velarás con tu fiaca como único deudo.
Los mismos que habrás de resucitar horas más tarde, para volverlos a abrazar y a festejar y a amar.
Amantes de una noche que cuando despiertes, justo cuando despiertes, ya se habrán ido.

Pero que linda noche pasaron juntos!