24 de octubre de 2007

FASE


Dicen que gira alrededor de la tierra. Y que no es que se esconda de día, sino que prefiere la complicidad de la noche para mostrarse.
Dicen que mientras da vueltas alrededor nuestro, se mueve para coquetearnos, y para que el sol la maquille todos los días de modo distinto.
Dicen –dicen- que es cambiante, fluctuante y ciclotímica, y que hay una cara que nunca nos muestra.
Dicen que tiene un nombre que todos conocen… pero también montones de apodos, que sus amantes pronuncian cuando ella entra al cuarto. La emoción creciente. La paciencia menguante. La mirada nueva. El alma llena.

Cuando Neil (porque dicen que Neil se llamaba su primer amante) al fin pudo tocarla, no pudo menos que acordarse de todos quienes –desde lejos- la pretendían.
“Es un pequeño paso para el hombre…”, le susurró él. Y ella, que al fin se sintió llena y al mismo tiempo acompañada. Al fin mostró su piel desnuda y blanca a la humanidad.

Desde entonces ya nada fue igual. Y fue imposible dejar de mirarla cuando descubre de sombras un hombro primero, el otro después, para dejar caer –finalmente- su vestido de sombras y entregarse al placer de iluminarnos la noche, la piel y la sonrisa.

Dicen que sonríe. Aunque no pueda verla desde acá. O al menos me gusta que eso crea, para que no le de vergüenza y se esconda otra vez en el cuarto. Crecientes las ganas, pero menguante la mirada.

4 de octubre de 2007

"¿Triste por qué?"


Escuché que "una imagen vale más que mil palabras"... pero tu voz de ayer en el teléfono valió más que mil imágenes.

"Estoy triste", me dijiste, haciendo una ejemplar economía de palabras. Sentí el impulso, claro, de preguntarte: "¿Triste por qué?". Pero me contuve. Y luego ya no supe qué decirte... casi como rindiendo en exámen tu lección acerca de la síntesis.

"¿Triste por qué?". Es que... ¿importa realmente acaso?

Alguien nos cuenta que esta triste o con los ánimos en baja, y enseguida todos saltamos a decirle: "No... dale... levantate... no te sientas mal" y esas cosas.

Pero la verdad es que TODOS MERECEMOS SENTIRNOS MAL... alguna vez... algunas veces. TODOS TENEMOS EL DERECHO a generar (y disfrutar!) nuestro pequeño "duelo" por aquellas cosas que nos hacen mal.

Cosas que, no importa el valor intrinseco que tengan... sino más bien el que cada uno de nosotros les da. Podemos estar tristes por un resultado deportivo, por nuestra situacion laboral, amorosa, de estudios... por la ida de algun ser querido (o por la llegada de algún otro no tan querido, por que no!).

Lo cierto es que todos podemos / debemos / necesitamos sentirnos mal alguna vez.

La tristeza funciona en nosotros como el pinchaso en el dedo del costurero... o el raspón en las rodillas de los chicos cuando aprenden a andar en bicicleta. No perdemos la sensibilidad, pero aprendemos a afrontarlo cada vez mejor.

Todos tenemos el derecho a estar tristes. La tristeza (como si de un Yin-Yan se tratara la vida) nos permite disfrutar de un modo mucho más pleno los momentos de alegría. Y es que nos movemos, ni más ni menos, que en un mundo reglado por pares opuestos... y la alegría es tal sólo en comparación a la tristeza.

De modo que... no te levantes de donde estás. No sonrías ante un espejo roto. Y por muchas ganas que tengas, no seques esas lagrimas! Moja tu dedo con ellas y, cuando te sientas capaz, pasa la página.