18 de noviembre de 2007

RIMEL CORRIDO


Esta noche hablamos de amor
y te vi llorar por vez primera,
quisiera decir última
mejor habría sido nunca.

Llorabas con lágrimas entintadas
llorabas y me maldecías
por el rimel corrido,
por la gota derramada.

Hablábamos de amor como de cuchillos
de dos filos
(como si no lo supieras!)
que te lastiman.
Y puede ser.

Pero es que no llorabas lágrimas de hoy,
sino aquellas que debiste liberar
hace mucho, y yo lo sé
aunque no me lo digas.

Y es que llorabas
como el que una vez se quemó con leche
y tiempo después ve una vaca,
y la maldice,
aunque las vacas no sepan de amor.

24 de octubre de 2007

FASE


Dicen que gira alrededor de la tierra. Y que no es que se esconda de día, sino que prefiere la complicidad de la noche para mostrarse.
Dicen que mientras da vueltas alrededor nuestro, se mueve para coquetearnos, y para que el sol la maquille todos los días de modo distinto.
Dicen –dicen- que es cambiante, fluctuante y ciclotímica, y que hay una cara que nunca nos muestra.
Dicen que tiene un nombre que todos conocen… pero también montones de apodos, que sus amantes pronuncian cuando ella entra al cuarto. La emoción creciente. La paciencia menguante. La mirada nueva. El alma llena.

Cuando Neil (porque dicen que Neil se llamaba su primer amante) al fin pudo tocarla, no pudo menos que acordarse de todos quienes –desde lejos- la pretendían.
“Es un pequeño paso para el hombre…”, le susurró él. Y ella, que al fin se sintió llena y al mismo tiempo acompañada. Al fin mostró su piel desnuda y blanca a la humanidad.

Desde entonces ya nada fue igual. Y fue imposible dejar de mirarla cuando descubre de sombras un hombro primero, el otro después, para dejar caer –finalmente- su vestido de sombras y entregarse al placer de iluminarnos la noche, la piel y la sonrisa.

Dicen que sonríe. Aunque no pueda verla desde acá. O al menos me gusta que eso crea, para que no le de vergüenza y se esconda otra vez en el cuarto. Crecientes las ganas, pero menguante la mirada.

4 de octubre de 2007

"¿Triste por qué?"


Escuché que "una imagen vale más que mil palabras"... pero tu voz de ayer en el teléfono valió más que mil imágenes.

"Estoy triste", me dijiste, haciendo una ejemplar economía de palabras. Sentí el impulso, claro, de preguntarte: "¿Triste por qué?". Pero me contuve. Y luego ya no supe qué decirte... casi como rindiendo en exámen tu lección acerca de la síntesis.

"¿Triste por qué?". Es que... ¿importa realmente acaso?

Alguien nos cuenta que esta triste o con los ánimos en baja, y enseguida todos saltamos a decirle: "No... dale... levantate... no te sientas mal" y esas cosas.

Pero la verdad es que TODOS MERECEMOS SENTIRNOS MAL... alguna vez... algunas veces. TODOS TENEMOS EL DERECHO a generar (y disfrutar!) nuestro pequeño "duelo" por aquellas cosas que nos hacen mal.

Cosas que, no importa el valor intrinseco que tengan... sino más bien el que cada uno de nosotros les da. Podemos estar tristes por un resultado deportivo, por nuestra situacion laboral, amorosa, de estudios... por la ida de algun ser querido (o por la llegada de algún otro no tan querido, por que no!).

Lo cierto es que todos podemos / debemos / necesitamos sentirnos mal alguna vez.

La tristeza funciona en nosotros como el pinchaso en el dedo del costurero... o el raspón en las rodillas de los chicos cuando aprenden a andar en bicicleta. No perdemos la sensibilidad, pero aprendemos a afrontarlo cada vez mejor.

Todos tenemos el derecho a estar tristes. La tristeza (como si de un Yin-Yan se tratara la vida) nos permite disfrutar de un modo mucho más pleno los momentos de alegría. Y es que nos movemos, ni más ni menos, que en un mundo reglado por pares opuestos... y la alegría es tal sólo en comparación a la tristeza.

De modo que... no te levantes de donde estás. No sonrías ante un espejo roto. Y por muchas ganas que tengas, no seques esas lagrimas! Moja tu dedo con ellas y, cuando te sientas capaz, pasa la página.

30 de septiembre de 2007

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26 de septiembre de 2007

MARCADO CON UNA X


Tenemos la costumbre de etiquetar las cosas con nombres que nos hagan más fácil la tarea de convivir con ellas. Un vaso es un vaso; un micrófono… es un micrófono! Y así.

Claro que más interesante es cuando etiquetamos a la gente. Y más extenso también. “Amigos”, “Compañeros”, “Conocidos”, “Colegas”, “Vecinos”, “Novias” (y novios)… y, claro está: también todos los “ex” correspondientes a cada uno.

No hay mayores discusiones para diferenciar a unos de otros. Es fácil marcar las diferencias entre un amigo y un compañero o colega o vecino.
¡Y ni hablar con los “ex”! Para diferenciarlos basta una mudanza, un cambio de trabajo, una discusión o una lágrima (ustedes tachen lo que no corresponda).

Pero… ¿qué pasa cuando alguien es todo eso junto? Quiero decir… cuando alguien fue compañera, amiga, novia, amante… en ese orden y alternadamente.
Qué pasa cuando alguien que ocupó todos esos lugares, ya está más allá de cualquier “ex” posible. Cuando esa persona está presente a cada minuto… pero nunca pasa a marcar tarjeta.

Y ya no tiene etiqueta posible. Hace rato dejó de ser tu compañera, y ya no es tu amiga porque… bueno: por la misma razón que ya tampoco es tu novia ni tu amante. Y se convierte en algo así como un “conocido vip”.

Entonces volvés a la calle a caminar solo, con la sensación extraña de que hay “alguien” a quien conocés demasiado, pero camina sobre baldosas de otro color. Como el alfil.

Y ya no tenés una etiqueta para ponerle… pero sabés que nunca será tu “ex”.
Hasta que vuelvas a cruzártela en una baldosa y por un rato vuelvan a ser amigos, conocidos o amantes (ustedes tachen lo que no corresponda).

27 de agosto de 2007

¿CUANTO DURA UN BESO?


Es dificil medirlo en segundos. Mucho menos en minutos porque... al besar los segundos se vuelven minutos y los minutos horas. Perdés la conexión con el tiempo y recordas que, como decía Einstein, el tiempo es una variable... "relativa".

¿Cuánto tiempo es mucho para un beso? NINGUNO.

¿Cuánto tiempo es poco para un beso? CUALQUIERA.

Un beso puede medirse como el clima: por TEMPERATURA... por HUMEDAD... por PRESION... pero no por la hora. En general poco importa a que hora empezó a llover y a que hora terminó, sino CUÁNTO llovió. Y anoche llovió mucho... aunque tibio.

¿Cuánto tiempo dura un beso?

Un beso dura solo una noche. Pero también puede durar toda la vida. Los primeros, vienen envasados al vacío. Los segundos, vienen envasados "al lleno" (de recuerdos, emociones, sensaciones, ganas, impulsos, temblores, suspiros, dudas y certezas).

Los besos al vacio duran una noche. Dura lo que dura la oscuridad que los cobija, la noche que les sirve de excusa y de morada. Pero nada más. Son besos que se desvanecen por la mañana, y que su sabor acaba por diluirse de los labios... al lavarse los dientes, y antes del desayuno ya no están más.

Pero los otros, los que traen montones de recuerdos y sensaciones en su etiqueta, esos no tienen fecha de vencimiento. Son besos para toda la vida, aunque no sean inmortales ni eternos (como lo son los diamantes). Porque un beso -cuando pasó- es ante todo un recuerdo, cuyo valor está en las sensaciones que rememora... en la tibieza que vuelve a los labios al evocarlo... en el escalofrio que te recorre la espalda al pensar en lo que -en su momento- fue un temblor en las piernas, en las manos, en el pecho. Y esos recuerdos solo tienen valor para quien los atesora... y mueren junto con él, porque no tendría sentido seguir.

¿Cuánto tiempo dura un beso?

Un beso verdadero dura toda la vida. De los otros... no vale la pena hablar, porque esta explicación dura más que su misma tibieza.

Ojalá puedas guardarlo por siempre. Ojalá el tiempo demuestre que no estaba envasado al vacio.

14 de agosto de 2007

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13 de agosto de 2007

"GRACIAS POR EL DOLOR..."


Nada soy y nada tengo... si no estoy a tu lado, si no te tengo. Cómo puedo pretender siquiera articular unas palabras en esa situación. Es muy difícil.

Más aún, intentar decirte algo que no te haya dicho ya antes. Porque... vos viste: uno se siente como en la (muy agradable, por cierto) "obligación" de de decir siempre cosas nuevas, o cuando menos... las mismas de siempre, de otra forma.

Pero a veces escucharte me afloja los tornillos, y se me caen todos los soportes, los tutores que me mantienen en pié.

Sé que esto no te ayuda mucho para que aguantes. Sé que preferirías de mí un poco más de fortaleza, para sentirte apoyada y no tan sola. Pero no siempre es posible.

Gracias por hacerme sufrir tanto. Gracias por llenarme este pecho de lágrimas y el corazón de dolor. Gracias por regalarme todo este dolor tan dulce.

Desde Córdoba, sintiento tanta pero tanta vida.

28 de julio de 2007

"Doctor... el corazón me hace ruido"

(Inicio este blog con un texto viejo, que ya publiqué en otro blog, pero que me gusta mucho. Espero que también a ustedes.)

Tum-tum, tum-tum... acompasado como un reloj, el corazón es esa percusión tan linda de apreciar en el pecho de una mujer (perdonen las mujeres lectoras). Un recital al que siempre queremos volver.

Pero, ¿qué ruido hace un corazón cuando se rompe?
La panza hace ruido cuando se queja. Los pulmones silvan cuando se cansan... las articulaciones rechinan cuando duelen.

Los huesos... los huesos hacen ruido cuando se rompen. Pero me pregunto qué ruido hará un corazón cuando se rompe. Es decir: ¿habrá una onomatopeya capaz de reproducirlo?

Es como una de esas canciones que no por mucho escucharlas uno llega a aprender.
Se me ocurre semejante a un bandoneón. Un fuelle tanguero que se desinfla en la tristeza de su propio dolor. ¿Será por eso que el tango es triste? Talvez por ello habrá elegido Pichuco su instrumento. O Piazzolla.

"¿Qué ruido hace un corazón cuando se rompe?", es una buena pregunta que tiene una mala respuesta. Yo la sé porque la escuché un par de veces.

Yo la sé, pero no voy a decírtela... porque no creo que quieras escucharlo.

Chan-chan!